sábado, 4 de diciembre de 2010

Estragón

plantas magicas
Este pequeño dragón o hierba del dragón, significados etimológicos de su nombre, que figura hoy en día en un buen lugar en nuestros huertos y en nuestras cocinas entre las especias, era bastante apreciado por los médicos árabes y, especialmente, por Abu Alí al-Hosain ibn Abdallah ibn Sinah, más conocido en Europa con el nombre de Avicena, sabio, erudito, médico y místico árabe de principios del siglo XI. Sus estudios y escritos tuvieron efectivamente una profunda resonancia en el pensamiento de la época medieval. ¿En qué momento el tarkhoun de los árabes fue introducido en Oriente? La historia no nos lo cuenta. Puesto que, en realidad, esta hierba aromática es originaria de Rusia y Siberia. No es hasta finales del siglo XVII cuando Jean de La Quintinie, el intendente general de los huertos de frutas y verduras de Luis XIV, lo cultivó en gran cantidad y lo introdujo en las cocinas del rey. Pero antes de esto, se apreciaban sobre todo lo que llamamos hoy sus virtudes aperitivas, es decir, estimulantes del apetito y tonificantes para el estómago, es decir, que favorecen la tonicidad y la energía de los órganos. Así pues, se empleaba el targón, que se convirtió en estargón y, más tarde, en «estragón», para combatir las flatulencias, restaurar el apetito a los ano-réxicos, favorecer la menstruación a las mujeres, incluso para ser más resistente a lo que todavía no se denominaban virus, pero que, evidentemente, ya causaban estragos entre nuestros antepasados. Finalmente, era muy eficaz contra los venenos.

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