sábado, 4 de diciembre de 2010

Tabaco

plantas magicas
Toma su nombre de una deformación fonética de otro nombre, tsi-batl, que los indios arúas de Haití le dieron, designando así la caña que utilizaban para inhalar el humo de esta hierba y, de paso, las hojas secas de esta planta. De tal manera, desde tiempos inmemoriales, los indios de América fumaban tabaco. Sin embargo, fue en la época de los Grandes Descubrimientos, en el siglo XVI, cuando el tabaco llegó a Europa. Sobre todo fue el célebre Jean Nicot, embajador del rey Francisco II en la corte de España, quien hizo llegar el tabaco en polvo a Catalina de Médicis. Dicha sustancia, a su vez, se convirtió en la hierba Nicot. A finales del siglo XVIII, el químico francés Nicolás Vauquelin, miembro de la Academia de las Ciencias, aisló mediante oxidación un ácido que contenía un veneno violento que bautizó con el nombre de «nicotina» (en alusión a la hierba de Nicot) y que resultó ser también un poderoso excitante del sistema neuro-vegetativo. No nos extenderemos sobre el inmenso éxito que tiene la hierba de Nicot actualmente, ni sobre el enorme beneficio que genqra el mercado internacional de explotación de este violento excitante, que también es un veneno. Nos conformaremos con revelar un aspecto menos conocido del tabaco, el cual, además de sus propiedades narcóticas bien conocidas, posee muchas otras virtudes que eran muy apreciadas por nuestros antepasados. Así, las hojas de tabaco empleadas en decocción también tienen efectos purgantes reconocidos. Si se toman en infusión, resultan diuréticas. Antiguamente, se apreciaban las hojas de tabaco secas y reducidas a polvo para aliviar las migrañas. Por último, si los excesos de consumo de tabaco de los fumadores son los causantes de favorecer algunas apariciones cancerígenas, no olvidemos que, de todas formas, a partir del ácido nicotínico aislado por el tal Vauquelin se produjo uno de los mejores remedios contra la tuberculosis.

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