sábado, 4 de diciembre de 2010

Vid

plantas magicas
No podemos hablar de la vid sin hacer alusión a la uva y al vino. Según la leyenda mítica griega, Dioniso, Baco para los romanos, era el dios de la vid, del vino, y no de la ebriedad, como a veces se ha entendido peyorativamente, sino del éxtasis. Este matiz tiene su importancia si comprendemos que «ebriedad» viene de la palabra latina ebrius, que significaba «que ha bebido demasiado vino», mientras que éxtasis, viene del griego ektasis, cuyo sentido era «trance, arrebato». Por ello, el Baco de los romanos se asoció con la embriaguez que proporciona el vino cuando bebemos demasiado, mientras que en Grecia, en un principio, aquellos que se consagraban a los rituales iniciáticos del culto a Dioniso bebían vino para encontrar la inspiración divina. Concedían al vino el mismo uso que los chamanes o aztecas al peyote. De manera que, durante toda la Antigüedad, no solamente en la época griega, el vino se consideró la bebida de los dioses y la vid un árbol sagrado.
En Sumeria, en el III milenio antes de nuestra era, el símbolo que representaba la vida, llamado Hierba de Vida, no era otro que la hoja de parra. Mucho más tarde, este mismo símbolo aparece en los Evangelios del Nuevo Testamento, cuando Jesús utiliza la imagen de la vid como parábola del Reino de Dios: «Id vosotros también a la viña, y os daré lo que es justo» (San Mateo, 20, 4), o cuando presenta la copa de vino a sus apóstoles, en la Ultima Cena diciendo: «Esta es mi sangre» (San Mateo, 26, 27 y Marcos, 14, 23). Para terminar, destaquemos que nuestros antepasados sabían que la infusión de hojas de vid era un excelente regulador de la circulación sanguínea, que combate todos los trastornos de las venas y varicosos, y que la uva posee propiedades «desintoxicadoras» del organismo, que estimula las funciones hepáticas y que posee virtudes energéticas fuertes y reconocidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario