sábado, 4 de diciembre de 2010

Flor de lis

plantas magicas
Si la flor de lis y la rosa casi siempre han sido asociadas es porque ambas flores se importaron en un mismo momento, de Oriente a Europa, en el siglo XII, en la época de las Cruzadas. Ahora bien, al igual que la rosa, la flor de lis se identificó con la imagen pura, santa y bella de la Virgen y se convirtió en un símbolo cristiano. ¿Fue para marcar la reconciliación con la Santa Sede o para complacer a su esposa Leonor de Aquitania, por lo que el rey de Francia Luis VII, llamado el Joven, integró la flor de lis en los escudos de armas de los reyes de Francia, o bien no lo hizo hasta su vuelta de la segunda Cruzada, trayéndola él mismo de Oriente, en 1149. La historia no nos lo dice.
Pero sabemos que bajo su reinado esta flor se convirtió en emblema de la Casa de Francia, al mismo tiempo que en el de la Virgen de los cristianos. Sin embargo, la flor de lis, que recibe su nombre del copto Ihéli, ya era conocida por los egipcios y los griegos de la Antigüedad, tanto por la belleza de sus grandes flores blancas, cuyo perfume bastante fuerte a veces incomoda, como por sus virtudes terapéuticas. En efecto, parece que siempre se haya utilizado la flor de lis para preparar el aceite y el agua destilados, así como su bulbo que, reducido a una masa blanda y mezclado con leche hervida, se revela un potente remedio para curar heridas, flemones, furúnculos, úlceras y quemaduras. Por otro lado, al igual que el agua de rosa, el agua de flor de lis tiene la fama de ser benefactora de la piel. Retrasa la aparición de arrugas, borra las manchas marrones, reduce el acné y devuelve al rostro un dulce frescor. Esta agua de flor de lis se prepara simplemente haciendo una infusión durante varias horas con aproximadamente 200 gramos de flores de lis en un litro de agua destilada.

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