viernes, 3 de diciembre de 2010

Magia blanca

Aunque se considera como magia positiva ello no indica que la magia negra sea negativa, al menos en el sentido de buena y mala, del mismo modo que blanco y negro, día y noche, masculino y femenino son cosas diferentes pero complementarias.
La magia blanca se practicaba ampliamente en Eleusis, una antigua ciudad de Grecia, situada a 15 Km. de Atenas y que fue considerada como una ciudad sagrada. Allí estaba el santuario dedicado a Deméter (Ceres), en el cual se celebraban los llamados misterios de Eleusis. Deméter es la diosa griega de la naturaleza y la fecundidad, hija de Cronos y Rea, y cuyo nombre deriva de Madre de la Tierra. Ella representa la tierra cultivada, la que proporciona alimento a los hombres, especialmente trigo, y su figura es estudiada intensamente en la religión griega de la teogonía.
Deméter tuvo una hija de su hermano Zeus, Core, de la cual se enamoró Hades, el dios de los Infiernos. Un día la joven fue raptada y arrastrada al reino de las sombras, y sus gritos alertaron a Deméter, que durante nueve días y nueve noches recorrió el mundo en su busca. Desalentada por su fracaso, y después que Helios le contara la verdad, se marchó del Olimpo y adoptó la forma de una anciana, llegando en su vagar hasta Eleusis, en donde fue contratada por el rey Céleo como nodriza del pequeño Demofonte. La leyenda termina con la subida de Deméter, durante la primavera, a la Tierra, a través de la savia de los árboles, cubriendo la tierra con un manto vegetal y haciendo que las semillas germinasen.
Junto a estas prácticas, que se extendieron a los griegos, egipcios, romanos y celtas, las prácticas judías estaban relacionadas con la Cabala e inspiradas en el Talmud. Los cristianos también utilizaban la Cabala como sistema para interpretar los textos sagrados, y muchas de las ceremonias de aquella época se conservan aún hoy durante los rituales de la magia blanca.
Su mayor auge lo tuvieron durante el siglo XIX, en el cual salieron a la luz numerosas asociaciones que hasta entonces estaban secretas, fundándose varias escuelas y fraternidades, derivadas esencialmente de otras medievales en su momento prohibidas.
El estudioso o el interesado podrá practicar cualquiera de estas ceremonias, sin que el origen sea realmente importante, pues todas emplean sistemas similares y lo más importante es la dedicación, la erudición y los resultados. No obstante, para llegar a unos buenos resultados es necesario aprender astrología, numerología, metafísica y alquimia, pues estas ciencias aportan ciertos conocimientos que no se pueden adquirir de otro modo.
Las palabras son importantes en la magia blanca, lo mismo que en la mayoría de las técnicas esotéricas, así como las combinaciones numéricas, los símbolos, la luz y los sonidos.
El ritual puede ser muy cerebral, científico e investigador, aunque también es frecuente que se encuentre con grupos que prefieren la espiritualidad y el contacto con ángeles o entes benéficos, sin olvidar el contacto con la naturaleza. Obviamente no habría magia si no estuviera todo adornado con sotanas y prendas especiales, instrumentos purificados y bendecidos, incienso, altares diversos, rituales de purificación y hasta comidas especiales y ayunos.
Al igual que en otras prácticas en donde se pretende el contacto con entidades del más allá, en el suelo se trazan círculos y diagramas diversos, en donde se supone se concentrarán todas las fuerzas que son llamadas. Si la secta está bien organizada, habrá un maestro, una bruja y muchos discípulos, así como los oportunos sistemas de graduación de los iniciados, hasta finalizar con una licenciatura en magia negra.
Todo el ritual persigue armonizarse con las fuerzas del universo, buscando unos objetivos elevados que ayuden a mejorar las relaciones humanas y la unidad. Entrar en un grupo así exige dedicación, esfuerzo y un profundo estudio de las leyes kármicas y de la filosofía en general.

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