sábado, 4 de diciembre de 2010

Ginseng

plantas magicas
Históricamente conocida desde hace más de 3.500 años, esta planta originaria de la China, de ahí su verdadero nombre jên shên, de jên, que significa «hombre», y shên «planta», recibe tal apelación porque la forma de su raíz evoca la del cuerpo humano. En todo el Extremo Oriente se la considera una verdadera panacea. Por otro lado, llamándola Panax ginseng, los boticarios, herbolarios y más tarde los botánicos y farmacéuticos occidentales no se equivocaron. En efecto, Panax es un nombre de origen griego que hace alusión a la diosa mítica Panakeia o Panacea, la cual simboliza la curación universal a través de las plantas. Se constituye su nombre de pan, pantos, «todo», y akos, «remedio». El ginseng es, pues, la planta para «todo remedio» o, si se prefiere, que lo cura todo, una especie de planta milagrosa. Así pues, en China, desde siempre, sus virtudes estimulantes de los sistemas nervioso e inmunitario, del estómago y de las facultades cerebrales, revitalizantes y tónicas para los pulmones y el corazón, febrífugas, es decir, que combaten la fiebre y, por supuesto, afrodisíacas, se conocen y se emplean normalmente. Es una pequeña planta de 30 a 50 centímetros, provista de algunas hojas ovoides y también con algunas flores, amarillas o rosas, que desaparecen bastante rápidamente para dejar lugar a los granos rojos en racimo. Pero es su raíz carnosa lo que se utiliza. Si bien también se encuentra una variedad en el Canadá, la que se cultiva en Manchuria y sobre todo en Corea sigue siendo la más famosa. Sin embargo, aunque esta planta se vea cada vez más apreciada actualmente continúa siendo escasa. En efecto, hay que esperar seis o siete años para extraer su raíz. Y, lo que es más, el suelo en el que crece no se puede cultivar en los diez años que siguen a su recolección. Es como si se alimentase de las riquezas de la tierra en la que ha crecido, vampirizándolas. De ahí que posea tantas virtudes.

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