Y si la llamamos cidronela es simplemente porque exhala un dulce perfume acidulado que recuerda el del limón, que es un cítrico.
Aunque, según los griegos y los romanos, la verbena tenía el poder de eliminar los malos espíritus, y los hechiceros de la Edad Media la utilizaron durante mucho tiempo para preparar ungüentos y brebajes mágicos; pero, la verdad, es que gozaba de muy pocas virtudes terapéuticas. En cambio, la verbena olorosa, o cidronela, se reveló muy rica en cualidades medicinales y fue, por consiguiente, rápidamente adoptada por los farmacéuticos del siglo XVIII. Actualmente se conocen sus principios digestivos, tónicos, antiespasmódicos, sedantes y antineurálgicos. La infusión de verbena pasó a llamarse «té árabe», puesto que en el norte de África era costumbre bebería después de las comidas, para ayudar a la digestión y pasar una noche tranquila. En cuanto a la primera especie de verbena, es bueno destacar que para los griegos era un atributo de Afrodita y que tenía fama de esconder virtudes afrodisíacas, lo que se reveló totalmente cierto.
Así pues, las hojas maceradas en vino de la hierba sagrada de nuestros antepasados se utilizaban, como es de sospechar, para algo más que para estimular el aparato digestivo.
La Verbena mezclada con semillas de Peonía reanima a las personas desvanecidas. Si se deja en un lugar, al cabo de ocho semanas genera gusanos que producen la muerte a cualquiera que los toque. Estos mismos gusanos colocados en un palomar atraerán a todas las palomas y a los pichones del contorno. El polvo de estos gusanos, esparcidos en el lugar en que se encuentran dos amantes, les hará discutir sin motivo.
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