La mirra procedía de Arabia y de Abi-sinia, a sus arbustos, los botánicos los llaman Boswdlia y se caracterizan por sus ramas y corteza provistas de una goma pegajosa, que era recogida y a partir de la cual se fabricaban aceite, perfumes y bastoncitos que se quemaban por su olor.
Todavía hoy en día, el árbol del incienso se cultiva en Eritrea, en Somalia, en el sur de Arabia y en la India. Los egipcios, los mesopotámicos, los asirios, los sirios, y más tarde los griegos y los romanos importaban el incienso de Arabia.
Se transportaba en caravanas con la mirra, la canela y el azafrán. Poco a poco, en todas estas civilizaciones antiguas, el incienso sustituyó a las grasas animales que se utilizaban en los sacrificios.
Si esta planta es célebre por su perfume y su utilización en ritos religiosos para honrar, quemando incienso o incensar, no es tan popular su uso también con fines medicinales.
Sin embargo, en el siglo XII, Hildegarda de Bingen coloca el incienso en un lugar importante entre sus hoy famosos remedios:
«Coge el incienso y redúcelo a polvo; añade luego un poco de harina y pon también una clara de huevo; elabora pequeñas bolitas que dejarás secar al sol sobre una piedra caliente o al horno; huélelas a menudo: su perfume te aliviará, aclarará tus ojos y llenará tu cerebro».
Los efectos tonificantes e hipnóticos del incienso no habían pasado desapercibidos para la salud.
tengo una planta de incienso y junto a la de mirra,como y cuando debere quemarla y como puedo hacer
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